En la actividad de Control de Plagas, los llamados por reclamos son frustrantes y atentan contra nuestras ganancias. También nos obligan muy a menudo tratar con un cliente insatisfecho. Cuando se trata de roedores, varios factores pueden entrar en juego como motivos para un reclamo. El propósito de este artículo es examinar brevemente algunos de los factores responsables de los reclamos y presentar algunas sugerencias para mantener el número de estas incómodas llamadas en un mínimo.

A través de los años, me he encontrado frecuentemente con alguna de las nueve situaciones que describiré a continuación como principales causas de las quejas y reclamos. Algunas de ellas son atribuibles a las pautas naturales de comportamiento de los roedores, mientras que otras son tan simples como el apuro de algún técnico por terminar rápidamente con su trabajo en su fase inicial, cuyas consecuencias deberemos pagar más tarde.

Raramente los roedores infestan un edificio en forma pareja a través de todos sus pisos y ambientes. Por el contrario, ellos se establecen dentro de rangos razonablemente cercanos a las fuentes de alimentos y agua (aunque el agua no es tan crítica dentro de un edificio para las lauchas como para las ratas). Cuando el agua y el alimento están disponibles en forma permanente por períodos prolongados, las comunidades de roedores se establecerán en su cercanía. Dentro de estas comunidades, los roedores compartirán refugios comunes, alimentos, áreas de defecación y almacenamiento de víveres, como también varias madrigueras y senderos. Por su parte, la actividad de roedores dentro de un área particular de un edificio, se crea automáticamente. Se depositan señales de feromonas, que producen mayor actividad dentro de las áreas compartidas. Por ejemplo, algunos senderos pueden ser utilizados por muchos roedores de la misma comunidad para trasladarse desde el nido hasta la fuente de alimento o agua (ver Figura 1). O también, algunos rincones en una habitación pueden ser usados repetidamente como lugares favoritos de alimentación o acicalamiento.

Cuando la cantidad de roedores en una comunidad excede los recursos disponibles, los roedores comienzan a mudarse a otras áreas dentro del edificio que puedan ofrecerles alimento y espacio sin competencia. De esta manera, las colonias se diseminan por el edificio, pero también por las ciudades y pueblos. Por ello, uno de los primeros objetivos para lograr un control de roedores efectivo, es realizar una inspección inicial profunda de todas las áreas dentro del edificio que se sospeche que puedan proveer a las ratas y ratones de abundante alimento. Entonces el programa debe ser iniciado en estas áreas.

Muy a menudo, por causa de la presión del tiempo, a veces colocamos trampas o cebos solamente con las dosis que indican las instrucciones del producto. (Por ejemplo, colocar una estación de cebado para lauchas a lo largo de la pared cada 2 ó 3 metros), sin una inspección que nos indique que esa pared está dentro de la zona de alta actividad de roedores. Si ocurriera que, sin su conocimiento, la ruta de la colonia pasaba por la pared de enfrente, o por arriba del cielorraso suspendido, el mejor resultado de sus esfuerzos y herramientas de control no se produciría. En otras palabras, el cebado y trampeado son muchísimo más efectivos si colocamos los cebos lo más cerca posible de los lugares de tránsito de los roedores en vez de esperar que ellos sean interceptados o se muevan por donde colocamos los elementos al azar.

Para acceder a la colonia de roedores, debemos buscar en nuestras profundas inspecciones, rastros de orina, abundantes excretas y “marcas de grasa”, todas las cuales contienen olores (y posiblemente feromonas) muy familiares para otros roedores. Las herramientas de control colocadas en estas áreas serán mucho más efectivas que las colocaciones automáticas y no razonadas a lo largo de las paredes.



El subestimar el tamaño de la infestación es otro error muy común en el control de roedores. Generalmente, basamos nuestras “estimaciones” sobre la magnitud de una infestación solamente en lo que observamos en una inspección superficial en horas del día y en un área limitada. Pero ocurre que los roedores son de hábitos nocturnos, y muchas de sus áreas de actividad a veces ni siquiera son accesibles para nosotros. Por lo tanto, podemos estar viendo solamente una porción muy limitada de su evidencia.

Desafortunadamente, a menudo basamos nuestra estimación sobre una población, y por lo tanto nuestros esfuerzos por controlarla, teniendo en cuenta solamente en la evidencia visible. No hay pautas para estimar con precisión el tamaño de una población de roedores, por lo menos, no para un profesional práctico en la mayoría de sus clientes cotidianos. En la mayoría de los casos, tendemos a estimar una infestación como liviana, media o severa.

Debemos considerar cuidadosamente la descripción del problema que nos hace el cliente, combinada con una inspección profunda. En algunos casos, una inspección nocturna también puede ser muy valiosa. Cuando las poblaciones son subestimadas (por ejemplo categorizando un problema severo como una infestación liviana o media) y no instalamos trampas o cebos en cantidad suficiente, nos encontramos con un ciclo frustrante de estaciones de cebado vacías o buena “cosecha” en el trampeo, pero con un cliente que se queja y costosos reclamos.

Dependiendo de cuanto hubiéramos subestimado la población, este ciclo de “cosechar” roedores se puede prolongar por meses.

Al comenzar un tratamiento y en haras de una buena eficiencia de costos, la mejor estrategia es equivocarse por sobreestimar el tamaño de la población y cebar y trampear abundantemente en las áreas de alta actividad. Los cebos o trampas excedentes se pueden ir retirando según las necesidades en cada visita de inspección.
Una inspección cuidadosa ayuda a revelar las aéreas de alta actividad de los roedores. Pero también es importante un análisis de la situación in-situ. Debemos considerar que la zona de procura de alimento para un ratón casero (Mus musculus) es de unos 3 a 10 metros. Para Rattus norwegicus de 15 a 30 metros y de 30 a 90 metros para Rattus rattus. No obstante, debemos tener en cuenta que estas distancias son rangos promedio para cada especie determinados bajo ciertas condiciones específicas para un estudio determinado. En el trabajo, cada situación debe ser interpretada y los rangos considerados. En general, los rangos de distancia para procura de alimento son mucho mayores que éstos, pero a veces son menores. Esta es una buena guía a considerar para el trabajo en general.

Por ejemplo, cuando la oferta de alimento es abundante y fácilmente accesible, los roedores pueden tener un radio de acción considerablemente más pequeño que el tomado como promedio. Los ratones que viven en un supermercado debajo del mostrador de “delicatessen” donde algún derrame puede permanecer por semanas, pueden moverse en un área de 2 a 3 metros de diámetro durante varios días o semanas. En este caso, si las trampas o estaciones de cebado son colocadas con una separación de 2 a 3 metros, pueden pasar varios días antes de que alguno de los ratones tome contacto con ellos. Estos ratones que dejan sus heces o son vistos por el encargado del sector, es muy probable que motiven un llamado de reclamo. Por lo tanto, usted debe hacer siempre un análisis de la situación al principio de cualquier programa de desratización y trazar su estrategia de acuerdo con dicho análisis. En general, cuando el desorden y el alimento son abundantes, el radio de acción de los roedores tiende a ubicarse en la parte más pequeña de la escala, y por ello, las trampas o estaciones de cebado deben estar más juntas.

Esto significa que debemos colocar las trampas o cebos en las distancias mínimas (cada 2 metros para lauchas y cada 3,5 metros para ratas). El espaciamiento se puede aumentar a medida que la población se vaya reduciendo a través del tiempo.

Los ratones caseros y las ratas “de techo” son propensos a ubicarse en lugares difíciles de acceder en los edificios o su equipamiento. Tales espacios incluyen cielorrasos suspendidos y pisos, canales de telecomunicación, conductos de cables, espacios huecos de góndolas, etc. Los roedores utilizan estas áreas para anidar o como caminos ocultos que los conducirán rápidamente hacia la fuente de alimento (ver fig. 2).

En algunos edificios antiguos y grandes de la zona céntrica de las ciudades o de las grandes capitales, las poblaciones de ratones pueden estar anidadas “profundamente” en lugares de muy difícil acceso para realizar los tratamientos. Recientemente, inspeccioné una vieja residencia geriátrica que había sido remodelada varias veces durante los últimos cincuenta años. El edificio tenía dos cielorrasos inaccesibles, uno dentro del otro. El problema crónico de ratones pudo ser rastreado hasta la madriguera y sus caminos dentro del cielorraso suspendido más viejo. Pero como este espacio era estrecho y requería mucho tiempo el acceder (se necesitaban escaleras e iluminación), los técnicos solamente colocaban trampas en aquellos lugares por donde los ratones salían para conseguir un pedazo de alimento y eran vistos por el cliente. Aunque mediante este procedimiento se cazaban algunos ratones, la cantidad de tiempo utilizada para conseguir un control era considerablemente larga y los numerosos reclamos resultaban sumamente costosos para la empresa de control de plagas. Para lograr la más eficiente estrategia de control, era clave acceder a los espacios confinados de los cielorrasos. Los lugares ocultos de edificios y equipos, cuando son utilizados por los roedores, deben ser abordados.


A veces, los problemas persistentes de roedores, se originan en la parte exterior de los edificios. La vegetación tupida, (malezas, plantas ornamentales bajas y densas) pueden proporcionar un lugar adecuado para poblaciones de roedores.
O también, alguna propiedad cercana a la del cliente puede estar infestada con ellos. A medida que los lugares se van superpoblando, las colonias se van dispersando hacia las propiedades vecinas.
Esta es una situación común en áreas del centro donde muchos edificios están interconectados o son adyacentes. Las líneas de suministros, sótanos o techos pueden ser comunes entre varias propiedades distintas. En los departamentos sobre restaurantes o negocios de comidas, por ejemplo, es bien conocido que tienen problemas de plagas persistentes. Aunque la gente instale divisiones, paredes divisorias y puertas con llave, los roedores no respetan los límites de las propiedades. Cuando se sospecha que las áreas exteriores o los edificios adyacentes pueden contribuir a “alimentar” los problemas crónicos, esta situación debe ser discutida con el cliente al principio de la relación y puesta por escrito.

Además de los programas de ataque y de mantenimiento de control de roedores, los servicios de prevención o exclusión y/o las recomendaciones pertinentes son la clave para el lograr éxito a largo plazo. Si el cliente no llega a comprender esto, usted perderá mucho tiempo y dinero atendiendo reclamos debidos al ingreso de roedores que están fuera de su control.

Es muy común en un programa importante de control de roedores encontrarse con reclamos para sacar la última pareja de ratas (especialmente al final del programa). Generalmente éstas son ratas neofóbicas (también llamadas “ratas inteligentes” o “súper ratas”). Las ratas neofóbicas son aquellos individuos dentro de la colonia que tienen un sentido extra de “precaución” ante los elementos nuevos que aparecen en su área de acción, y por ello, tienden a no interactuar inmediatamente con nuestras trampas o estaciones de cebado. Es común que las ratas neofóbicas nos exijan semanas de trabajo y numerosas llamadas de reclamo. La mejor estrategia es retirar en primer lugar la mayor parte de lo que sospechamos que es la fuente de alimento de la colonia y reemplazarlo con cebos y/o trampas pre cebadas y encubiertas. Al realizar el presupuesto inicial de un programa, es conveniente presumir que va a ser necesario realizar algunas visitas adicionales para combatir las últimas pocas “ratas inteligentes”.

En los ambientes urbanos, la mayoría de los roedores tienden a ser oportunistas en sus conductas de alimentación y generalmente responden bien a nuestros cebos rodenticidas a base de granos. No obstante, ocasionalmente, algunas colonias de roedores o algunos individuos dentro de la colonia desarrollan preferencias alimenticias específicas (basadas sobre factores específicos del ambiente). Estos individuos pueden rechazar o no aceptar un cebo rodenticida o tal vez alguna formulación específica. Se sabe que los ratones en complejos de oficinas, por ejemplo, tienden a ignorar los cebos y prefieren los restos de comida que encuentran en escritorios y cafeterías. En estos casos, se puede utilizar un programa de trampeo utilizando las comidas preferidas por la colonia como atractivo en las trampas. En estos casos, nuevamente, es conveniente efectuar un pre-cebado. Otro truco consiste en colocar cebos en pellets, harinas, granos o bloques, todos juntos y en pequeñas cantidades en unas pocas ubicaciones dentro del área de gran actividad. Al controlar varios días después, usted podrá determinar si es que están ignorando los cebos en grano o alguna otra formulación específica. Si los roedores seleccionan alguna formulación en particular, utilícela en todos los puntos de cebado.

A veces, los reclamos son simplemente el resultado de que algún técnico no esté prestando atención a las reglas básicas de la buena práctica de cebado para roedores. Recuerde que, cualquier cebo instalado en casa de un cliente debe competir con la comida que ya tienen disponible y está siendo consumida por los roedores. En muchos casos estos alimentos son bastante buenos, (elementos de panadería, sobras de restaurantes, sobras de cocina, de comidas rápidas, etc.).

En estas circunstancias, los roedores pueden no resultar tentados por cebos con moho o contaminados con insecticidas, o algunos otros olores o residuos químicos. Si a través del tiempo la frecura de los cebos es cuestionable, cámbielos.

Finalmente, cuando seguimos teniendo reclamos a pesar de estar realizando programas de cebado aparentemente profundos, la Resistencia de la colonia a los cebos rodenticidas pasa a ser considerada por el cliente y por el profesional del control de plagas. Actualmente, el nivel (si hay alguno) de resistencia a los anticoagulantes de segunda generación (p.ej. bromadiolone, brodifacoum, difethialone) en los Estado Unidos es desconocido. Hasta ahora, no se ha documentado ninguno — por lo menos a nivel formal — y a ninguna escala seria. En la actualidad, no obstante, es probable que las fallas de control que ocurren con cebos rodenticidas sucedan por alguna de las otras razones expuestas anteriormente y no como resultado de alguna verdadera resistencia psicológica. No obstante, en caso de presentarse en forma repetida fallas en el tratamiento de cebado, se puede obtener un major control cambiando a cebo no-anticoagulantes tales como bromethalin (p.ej. Vengeance), o alguno de los anticoagulantes más potentes, como el Brodifacoum.

Resumen.

Las llamadas de reclamo por roedores pueden ser frustrantes y costosas. Pero la clave para evitar los reclamos es comenzar con inspecciones meticulosas para identificar la presión externa de roedores y las áreas internas de alta actividad. Además use el correcto número de trampas o cebos y distribúyalos de acuerdo con la situación particular.

Pero antes de todo esto, también es importante venderle al cliente la idea de asegurarse que se dedicará el tiempo suficiente para un programa profundo que incorpore todos estos procedimientos.

¡Buena suerte!

Traducción:
Carlos A. Bertomeu